29 noviembre 2017
Jan, el genio humilde
Jan, el Genio Humilde. El primer libro de los Tebeotextos de la asociación Cultural Tebeosfera, un recopilatorio con textos de Javier Alcázar, Manuel Barrero, Jordi Canyissà, Carlos De Gregorio, Froilán Escobar, Daniel Fernández, David Fraile, Antoni Guiral, Roberto Hernández, Antonio Martín, Javier Mesón, Alfons Moliné, Juan Padrón, Álvaro Pons y Quim Zafra. Y una entrevista a Jan, además de bastante material gráfico incluyendo una buena muestra del trabajo de este en su etapa cubana, una etapa más desconocida pero muy interesante para conocer las bases creativas de Jan, del que somos lectores empedernidos desde que empezamos prácticamente a leer con su Superlópez. El libro recorre prácticamente toda la trayectoria creativa del autor, desde su estancia en Cuba, hasta sus trabajos al regreso, dando cuenta de lo versátil de este autor , lo que cuesta triunfar en una industria que no lo es tanto, y como ha sabido no renunciar nunca a sus principios. Y que hay mucho Jan más allá de Superlópez. Leyendo el libro uno tiene ganas de que se recuperen y reediten mucho de sus trabajos menos conocidos.
28 noviembre 2017
El archivo de atrocidades
El archivo de atrocidades de Charles Stross. Primera entrega de los Archivos de la Lavandería, un techno-thriller o algo parecido, sobre funcionarios encargados de un secreto departamento del estado británico al cargo de lidiar con las amenazas demoníacas y de universos paralelos y el uso de la magia. El protagonista es un encargado informático, con alma de hacker que le hará meterse en más de un problema y convertirse en un agente activo de la Lavandería, para enfrentarse a una amenaza demoníaca invocada por un cruce de terroristas islámicos y nazis exiliados en la segunda guerra mundial. Y es que en este universo la magia tiene unas profundas raíces matemáticas, con la que hay que controlar a científicos, informáticos que pueden dar por casualidad con teoremas peligrosos. Mucha aventura, un toque de humor a lo burocracia inglesa, y unos cuantos seres a lo Lovecraft en esta serie de Charles Stross que se presenta con dos aventuras en este tomo de Insólita. Todo un subgénero ya el de las estructuras estatales a las sombras, desde los Hombres de Negro, los Proyectos Manhattan o tantas otras a las que se suma esta Lavandería de Stross, que está entretenida para pasar el rato.
10 noviembre 2017
1 de octubre
Mira hijo, ya han pasado más de un mes así que ya se ha convertido en batallita y vamos a explicar el tema tal como nos ha pasado, antes de que la memoria nos traicione más, y a pesar que las consecuencias de la cosa todavía van para largo y no parecen tener fin.
Qué pasó el 1 de octubre de 2017? Bueno era un domingo que amaneció lluvioso, en Catalunya los ánimos llevaban ya unos días/semanas/meses/años caldeados, así que ese día la población catalana estaba llamada a participar en un referéndum para saber si queríamos que Catalunya fuese una república democrática independiente o no. Para unos era la culminación de un proceso, del Procés, que más o menos desde el 2011 o 2012 (depende como lo veas) lleva mareando la perdiz en la política catalana. Para otros era un acto ilegal provocativo que iba a tener consecuencias (y tela). Y para otros era un acto reivindicativo contra esas amenazas represivas. Fuese lo que fuese, la cosa es que había que ir a votar, porque cuando nos ponen unas urnas y nos preguntan está muy feo no ir a votar y expresar tu opinión democráticamente, que pocas oportunidades se tienen para ello como para hacerle un feo a una.
Desde que en el parlamento la liaron con unas leyes declaradas a la torera para el referéndum y el posible traspaso a la república, que rápidamente el gobierno del PP hizo declarar inconstitucional, prohibir y empezar a negar que iba a pasar, se monto una buena en Catalunya, se llenó de Guardia civiles y Policías nacionales, buscando papeletas por todas las imprentas, y sin oler ni una urna. Mientras los comandos independentistas bien descentralizados y organizados iban distribuyendo unas urnas de plástico compradas en China y traídas desde Francia por todo el país. El gobierno del PP detenía a unos cuantos cargos políticos para caldear más el tema, montar más manifestaciones rollo ginkana (una cosa que ha demostrado el procesismo es que Catalunya es un país imbatible montando performances multitudinarias). En fin que nadie sabía si se iba a votar o no, o que coño iba a pasar.
Y llega el fin de semana de la votación, y visto lo encabronados que están las fuerzas policiales estatales se supone son capaces de cerrar todos los colegios electorales. Para evitarlo se organizan festivales en todos los locales para ocuparlos las 24h, y vaya que se ocupan. Porque una cosa es el circo que montan los políticos, y otra cosa que les sobrepasa es como se ha movilizado la población en este caso, y de forma muy transversal, así que la gente iba a defender su derecho a participar, y ese derecho a voto iba mucho más a allá de la independencia o no. Es decir, el astuto gobierno consiguió transformar un tema identitario, en un independentismo más grave y finalmente en una amenaza a las bases de la democracia. Como para que la gente no se movilizase por narices.
Así andaban los colegios ocupados y protegidos por la gente corriente, los vecinos, las tietas... en eso que nos enseñaron las urnas para picar más al gobierno, y preocupar al CNI que fue incapaz de olerse la jugada. Y el siguiente golpe de efecto fue el mismo domingo por la mañana cuando anunciaron el censo universal, golpe maestro, si se cerraba un punto de votación la gente podía ir a otro sin problemas. Pensar que la tecnología permite hacer cosas que por costumbre no se hacen, algo tan sencillo como demoledor. Todo esto debió cabrear bastante a los que mandan y tenían el encargo de que ese referéndum no pasase.
El domingo por la mañana nos levantamos pronto, inevitable, hijos míos, porque raro es el día que aguantéis en la cama un fin de semana más allá de las siete. Y nos dispusimos a ir a votar pronto, porque quieras que no algo de follón se esperaba. Así que nos camuflamos para ir a tirar la basura, cogimos la sudareda con capucha que estaba nublado, y allí que nos fuimos, como un domingo electoral cualquiera. Lo que pasó a continuación te sorprenderá.
Llegamos al cole de siempre, y ya había la leche de gente, de hecho una cola serpenteaba por la acera y no se sabía donde empezaba o acababa, así que mismamente nos colamos por en medio y la gente amable nos permitía añadirnos al gentío, el ambiente ya te digo no era el de unas elecciones normales, la gente estaba animada y contenta de poder dar ese paso. Porque independencia o no, lo que la gente quiere es ventilar el tema de una vez por todas. Pero los problemas aparecieron en seguida, había problemas de conexión, los esperábamos el gobierno no se iba a cruzar de brazos sin intentar atacar las redes. Había tensión por ver como iba a actuar la policía, y la aparición de la patrulla de Mossos subió los nervios.
Pero luego empezamos a recibir noticias por los móviles y la tensión creció, ya no había sonrisas y si mucha indignación. Ver imágenes de las cargas desproporcionadas de la policía reventando colegios, disparando bolas de goma por las calles de Barcelona, y ver como el cole de mis hijos, a solo unas manzanas, estaba siendo desalojado a lo bestia, con un uso de la fuerza desmesurado, sin motivos, y rompiendo las puertas. Eso te cambia el humor, y ya te pone de una mala leche y una tensión, que vamos. Sobretodo porque cuando te enteras que el instituto de dos manzanas más arriba también ha recibido, los números para que te toque recibir suben, pero nada, a hacer piña y esperar el sorteo, porque no nos iban a sacar ni amedrentar fácilmente. Tuvimos suerte, y es una muestra del despropósito de la actuación policial, lo más cerca que estuvimos de recibir fue al paso de seis furgonas llenas de antidisturbios nacionales, que fueron recibidas al con gritos y gestos de desafío. Pero hubo suerte y no pararon, algún otro iba a recibir, pero ya se quedo la cosa en tensión, y allí estábamos todos, la frutera, el vecino, decididos a seguir esperando. Preparados para hacer piña, mientras la red iba y venía, se iba haciendo pasar delante a los abueletes y los que no podían estar de pie, se aplaudía a rabiar cuando alguien salí tras haber podido votar, y las ganas de mear iban en aumento. Pero no nos iban a mover de allí, ya vendrán a sacarnos que yo no me voy sin votar. Y allí estuvimos, en un ambiente festivo de resistencia, tenso y triste a la vez por ver las noticias que iban saliendo de palos por doquier.
Tras cinco horas de cola o así conseguimos entrar, y votar, vaya que si votamos. Me lo hacía encima, vamos que fue validar el dni, votar e irme a echar una meada más que deseada. El voto más épico de mi vida. Y después de votar la cosa era seguir delante del colegio. Por que aquello había que defenderlo todo el día. He de decir que yo no me quede, porque mira tu por donde la vida sigue y teníamos visitas de unos amigos canadienses que venían de Alemania, buenos días para hacer turismo. Pero me dio la oportunidad de pasear por una parte de la ciudad y ver que ambiente se respiraba, no por el centro, fuimos a pasear por la playa, un sitio que no debería tener mucha conflictividad y no era cuestión de exponer a los visitantes. Y muchas colas en los coles, en todos, mucha tensión y organización para resistir, escuchar un poco la radio pero no ver muchas imágenes hasta por la tarde ayudó a mantener la sangre fría, pero la cabeza estaba quieras que no en otro lado. Por la ciudad desde luego el ambiente no era el de domingo normal, mucha menos gente paseando, o estaba en los coles o estaba en sus casas.
Y luego vino lo que vino, después de la lección democrática de la gente, una lección mayúscula, épica. Ante la indignante actuación estatal, otra muestra más de mediocridad mezquindad y maldad a la que nos tienen ya lamentablemente acostumbrados. Había que celebrar que en esas condiciones más de dos millones de personas tuvieron las narices de intentar votar y conseguirlo. Unas condiciones que dan para una participación de un 40 y pico por ciento y un 90% de síes. No es que fuese suficiente para una independencia de verdad de la buena, pero desde luego era una lección mayúscula y un punto de inflexión. Para resolver el tema solo se puede hacer una cosa, y es preguntarnos de verdad y bien a todos los que estamos en Catalunya que es lo que queremos. Todo lo demás parece marear la perdiz a mala fe y por intereses que no son los de la gente.
Las hostias que cayeron sin comerlo ni beberlo el 1 de octubre recorrieron todo el mundo dando una imagen lamentable del Estado, muy merecidamente. EL esperpento político de la negación y justificación de tal violencia es una cosa indigna y vergonzante. Tiempos raros en los que vivimos y en los que derrotar una lógica neoliberal es cada vez más necesario y difícil. Mucho se ha escrito y se escribirá sobre el tema, mucho falta por saber y como mandan los que mandan no se sabrá, pero tengo mi opinión y teorías sobre el asunto, y creo que no fue tan improvisado y mal organizado como parece. Se las trae al pairo la opinión internacional, la cuestión era acojonar y amedrentar a largo plazo, saben que la opinión pública en la era de la información es más que volátil, pero las hostias bien dadas ahí quedan.
Lunes día de digestión, y el martes paro general en protesta contra la violencia. En la puerta del colegio de mi hijo claveles y notas dando las gracias, por la mañana las concentraciones del barrio pasaron por los colegios violados, reventados y castigados, flores y cárteles de agradecimiento en las escuelas, abrazos, canciones antiviolencia, como una procesión para que la gente mostrase el apoyo a la gente, los vecinos a los vecinos. Es recordarlo y se te pone la piel de gallina. Y claro en el contexto también hay gritos pro independencia. Un paro, huelga general, mucha unanimidad para parar y protestar. Una de las protestas más grandes que se han visto nunca en estos lares, gentíos en todas las poblaciones, una muestra de repulsa contra la violencia y el abuso estatal. Y es que lo de la policía traía cola, con gritos y expulsiones de hoteles, peleas por poblaciones donde estaban acuartelados. Y cola que traerá todavía.
Y tras esa victoria pírrica de la democracia, pues vinieron las derrotas esperables de la realidad de un estado mezquino y la mediocridad de los políticos. Pasamos por unas performances simbólicas de pseudo república, algunos se creyeron la ilusión del tema, pero sin planes reales detrás ni fuerza y apostando todo a un más que débil reconocimiento internacional no hay país ni república que pueda surgir. Y ahora toca represión a punta pala, mal para todos. Parte del govern encarcelado, la autonomía intervenida más de lo que ya estaba, las libertades recortadas, la gente desilusionada y más radicalizada en posiciones enfrontadas. Todo un panorama para unas elecciones autonómicas que ya veremos. La estrategia de abogados estatales de dejar que todo caiga bajo el peso de la ley sigue en marcha, una muestra de bajeza política de narices, pero ya les va bien, ellos siguen a tapar sus vergüenzas y sus robos con la bandera. Todo triste y muy raro. Un escenario muy, muy gris.
Vamos que el tema sigue dando y dará para hablar, escribir, debatir, llorar hasta estar bien empachados si no lo estamos ya. Nada bueno en ningún aspecto.
Bueno sí, hay una cosa que está bien. La muestra de fuerza que tiene la gente unida, es acojonante. Es bueno, y de ahí han surgido las CDR, unos comités de defensa de la república, que vienen desde abajo y son bastante transversales, y por tanto algo naïf e inocentes en sus planteamientos, pero es la gente autoorganizandose y eso es bueno, esperemos resistan de verdad y no se dejen manipular por ningún agente político del signo que sea (hay ahí tema de sobra). Pero es un movimiento popular, y falta nos hacen porque si algo hemos aprendido estos días, o nos han recordado a hostias, es que la democracia se hace desde abajo, y no es un tema fácil, la democracia se lucha y se gana día a día, y en este país, sea el que sea, no se puede bajar la guardia ni un segundo, si no queremos ser esquilmados, pisoteados y apaleados por las oligarquías de siempre. Es lo que hay, la democracia se lucha desde abajo, nuca viene dada desde arriba.
Luego está todo el folclore político del proceso y la lucha centralizadora, pero eso son otros temas. Aquí era solo momento de explicar que el 1 de octubre votamos. Y que lo volveremos a hacer, sin duda.
Qué pasó el 1 de octubre de 2017? Bueno era un domingo que amaneció lluvioso, en Catalunya los ánimos llevaban ya unos días/semanas/meses/años caldeados, así que ese día la población catalana estaba llamada a participar en un referéndum para saber si queríamos que Catalunya fuese una república democrática independiente o no. Para unos era la culminación de un proceso, del Procés, que más o menos desde el 2011 o 2012 (depende como lo veas) lleva mareando la perdiz en la política catalana. Para otros era un acto ilegal provocativo que iba a tener consecuencias (y tela). Y para otros era un acto reivindicativo contra esas amenazas represivas. Fuese lo que fuese, la cosa es que había que ir a votar, porque cuando nos ponen unas urnas y nos preguntan está muy feo no ir a votar y expresar tu opinión democráticamente, que pocas oportunidades se tienen para ello como para hacerle un feo a una.
Desde que en el parlamento la liaron con unas leyes declaradas a la torera para el referéndum y el posible traspaso a la república, que rápidamente el gobierno del PP hizo declarar inconstitucional, prohibir y empezar a negar que iba a pasar, se monto una buena en Catalunya, se llenó de Guardia civiles y Policías nacionales, buscando papeletas por todas las imprentas, y sin oler ni una urna. Mientras los comandos independentistas bien descentralizados y organizados iban distribuyendo unas urnas de plástico compradas en China y traídas desde Francia por todo el país. El gobierno del PP detenía a unos cuantos cargos políticos para caldear más el tema, montar más manifestaciones rollo ginkana (una cosa que ha demostrado el procesismo es que Catalunya es un país imbatible montando performances multitudinarias). En fin que nadie sabía si se iba a votar o no, o que coño iba a pasar.
Y llega el fin de semana de la votación, y visto lo encabronados que están las fuerzas policiales estatales se supone son capaces de cerrar todos los colegios electorales. Para evitarlo se organizan festivales en todos los locales para ocuparlos las 24h, y vaya que se ocupan. Porque una cosa es el circo que montan los políticos, y otra cosa que les sobrepasa es como se ha movilizado la población en este caso, y de forma muy transversal, así que la gente iba a defender su derecho a participar, y ese derecho a voto iba mucho más a allá de la independencia o no. Es decir, el astuto gobierno consiguió transformar un tema identitario, en un independentismo más grave y finalmente en una amenaza a las bases de la democracia. Como para que la gente no se movilizase por narices.
Así andaban los colegios ocupados y protegidos por la gente corriente, los vecinos, las tietas... en eso que nos enseñaron las urnas para picar más al gobierno, y preocupar al CNI que fue incapaz de olerse la jugada. Y el siguiente golpe de efecto fue el mismo domingo por la mañana cuando anunciaron el censo universal, golpe maestro, si se cerraba un punto de votación la gente podía ir a otro sin problemas. Pensar que la tecnología permite hacer cosas que por costumbre no se hacen, algo tan sencillo como demoledor. Todo esto debió cabrear bastante a los que mandan y tenían el encargo de que ese referéndum no pasase.
El domingo por la mañana nos levantamos pronto, inevitable, hijos míos, porque raro es el día que aguantéis en la cama un fin de semana más allá de las siete. Y nos dispusimos a ir a votar pronto, porque quieras que no algo de follón se esperaba. Así que nos camuflamos para ir a tirar la basura, cogimos la sudareda con capucha que estaba nublado, y allí que nos fuimos, como un domingo electoral cualquiera. Lo que pasó a continuación te sorprenderá.
Llegamos al cole de siempre, y ya había la leche de gente, de hecho una cola serpenteaba por la acera y no se sabía donde empezaba o acababa, así que mismamente nos colamos por en medio y la gente amable nos permitía añadirnos al gentío, el ambiente ya te digo no era el de unas elecciones normales, la gente estaba animada y contenta de poder dar ese paso. Porque independencia o no, lo que la gente quiere es ventilar el tema de una vez por todas. Pero los problemas aparecieron en seguida, había problemas de conexión, los esperábamos el gobierno no se iba a cruzar de brazos sin intentar atacar las redes. Había tensión por ver como iba a actuar la policía, y la aparición de la patrulla de Mossos subió los nervios.
Pero luego empezamos a recibir noticias por los móviles y la tensión creció, ya no había sonrisas y si mucha indignación. Ver imágenes de las cargas desproporcionadas de la policía reventando colegios, disparando bolas de goma por las calles de Barcelona, y ver como el cole de mis hijos, a solo unas manzanas, estaba siendo desalojado a lo bestia, con un uso de la fuerza desmesurado, sin motivos, y rompiendo las puertas. Eso te cambia el humor, y ya te pone de una mala leche y una tensión, que vamos. Sobretodo porque cuando te enteras que el instituto de dos manzanas más arriba también ha recibido, los números para que te toque recibir suben, pero nada, a hacer piña y esperar el sorteo, porque no nos iban a sacar ni amedrentar fácilmente. Tuvimos suerte, y es una muestra del despropósito de la actuación policial, lo más cerca que estuvimos de recibir fue al paso de seis furgonas llenas de antidisturbios nacionales, que fueron recibidas al con gritos y gestos de desafío. Pero hubo suerte y no pararon, algún otro iba a recibir, pero ya se quedo la cosa en tensión, y allí estábamos todos, la frutera, el vecino, decididos a seguir esperando. Preparados para hacer piña, mientras la red iba y venía, se iba haciendo pasar delante a los abueletes y los que no podían estar de pie, se aplaudía a rabiar cuando alguien salí tras haber podido votar, y las ganas de mear iban en aumento. Pero no nos iban a mover de allí, ya vendrán a sacarnos que yo no me voy sin votar. Y allí estuvimos, en un ambiente festivo de resistencia, tenso y triste a la vez por ver las noticias que iban saliendo de palos por doquier.
Tras cinco horas de cola o así conseguimos entrar, y votar, vaya que si votamos. Me lo hacía encima, vamos que fue validar el dni, votar e irme a echar una meada más que deseada. El voto más épico de mi vida. Y después de votar la cosa era seguir delante del colegio. Por que aquello había que defenderlo todo el día. He de decir que yo no me quede, porque mira tu por donde la vida sigue y teníamos visitas de unos amigos canadienses que venían de Alemania, buenos días para hacer turismo. Pero me dio la oportunidad de pasear por una parte de la ciudad y ver que ambiente se respiraba, no por el centro, fuimos a pasear por la playa, un sitio que no debería tener mucha conflictividad y no era cuestión de exponer a los visitantes. Y muchas colas en los coles, en todos, mucha tensión y organización para resistir, escuchar un poco la radio pero no ver muchas imágenes hasta por la tarde ayudó a mantener la sangre fría, pero la cabeza estaba quieras que no en otro lado. Por la ciudad desde luego el ambiente no era el de domingo normal, mucha menos gente paseando, o estaba en los coles o estaba en sus casas.
Y luego vino lo que vino, después de la lección democrática de la gente, una lección mayúscula, épica. Ante la indignante actuación estatal, otra muestra más de mediocridad mezquindad y maldad a la que nos tienen ya lamentablemente acostumbrados. Había que celebrar que en esas condiciones más de dos millones de personas tuvieron las narices de intentar votar y conseguirlo. Unas condiciones que dan para una participación de un 40 y pico por ciento y un 90% de síes. No es que fuese suficiente para una independencia de verdad de la buena, pero desde luego era una lección mayúscula y un punto de inflexión. Para resolver el tema solo se puede hacer una cosa, y es preguntarnos de verdad y bien a todos los que estamos en Catalunya que es lo que queremos. Todo lo demás parece marear la perdiz a mala fe y por intereses que no son los de la gente.
Las hostias que cayeron sin comerlo ni beberlo el 1 de octubre recorrieron todo el mundo dando una imagen lamentable del Estado, muy merecidamente. EL esperpento político de la negación y justificación de tal violencia es una cosa indigna y vergonzante. Tiempos raros en los que vivimos y en los que derrotar una lógica neoliberal es cada vez más necesario y difícil. Mucho se ha escrito y se escribirá sobre el tema, mucho falta por saber y como mandan los que mandan no se sabrá, pero tengo mi opinión y teorías sobre el asunto, y creo que no fue tan improvisado y mal organizado como parece. Se las trae al pairo la opinión internacional, la cuestión era acojonar y amedrentar a largo plazo, saben que la opinión pública en la era de la información es más que volátil, pero las hostias bien dadas ahí quedan.
Lunes día de digestión, y el martes paro general en protesta contra la violencia. En la puerta del colegio de mi hijo claveles y notas dando las gracias, por la mañana las concentraciones del barrio pasaron por los colegios violados, reventados y castigados, flores y cárteles de agradecimiento en las escuelas, abrazos, canciones antiviolencia, como una procesión para que la gente mostrase el apoyo a la gente, los vecinos a los vecinos. Es recordarlo y se te pone la piel de gallina. Y claro en el contexto también hay gritos pro independencia. Un paro, huelga general, mucha unanimidad para parar y protestar. Una de las protestas más grandes que se han visto nunca en estos lares, gentíos en todas las poblaciones, una muestra de repulsa contra la violencia y el abuso estatal. Y es que lo de la policía traía cola, con gritos y expulsiones de hoteles, peleas por poblaciones donde estaban acuartelados. Y cola que traerá todavía.
Y tras esa victoria pírrica de la democracia, pues vinieron las derrotas esperables de la realidad de un estado mezquino y la mediocridad de los políticos. Pasamos por unas performances simbólicas de pseudo república, algunos se creyeron la ilusión del tema, pero sin planes reales detrás ni fuerza y apostando todo a un más que débil reconocimiento internacional no hay país ni república que pueda surgir. Y ahora toca represión a punta pala, mal para todos. Parte del govern encarcelado, la autonomía intervenida más de lo que ya estaba, las libertades recortadas, la gente desilusionada y más radicalizada en posiciones enfrontadas. Todo un panorama para unas elecciones autonómicas que ya veremos. La estrategia de abogados estatales de dejar que todo caiga bajo el peso de la ley sigue en marcha, una muestra de bajeza política de narices, pero ya les va bien, ellos siguen a tapar sus vergüenzas y sus robos con la bandera. Todo triste y muy raro. Un escenario muy, muy gris.
Vamos que el tema sigue dando y dará para hablar, escribir, debatir, llorar hasta estar bien empachados si no lo estamos ya. Nada bueno en ningún aspecto.
Bueno sí, hay una cosa que está bien. La muestra de fuerza que tiene la gente unida, es acojonante. Es bueno, y de ahí han surgido las CDR, unos comités de defensa de la república, que vienen desde abajo y son bastante transversales, y por tanto algo naïf e inocentes en sus planteamientos, pero es la gente autoorganizandose y eso es bueno, esperemos resistan de verdad y no se dejen manipular por ningún agente político del signo que sea (hay ahí tema de sobra). Pero es un movimiento popular, y falta nos hacen porque si algo hemos aprendido estos días, o nos han recordado a hostias, es que la democracia se hace desde abajo, y no es un tema fácil, la democracia se lucha y se gana día a día, y en este país, sea el que sea, no se puede bajar la guardia ni un segundo, si no queremos ser esquilmados, pisoteados y apaleados por las oligarquías de siempre. Es lo que hay, la democracia se lucha desde abajo, nuca viene dada desde arriba.
Luego está todo el folclore político del proceso y la lucha centralizadora, pero eso son otros temas. Aquí era solo momento de explicar que el 1 de octubre votamos. Y que lo volveremos a hacer, sin duda.
09 noviembre 2017
La sostanza del male
La sostanza del male de Luca D'Andrea. Hace ya días que nos acabamos este bestseller italiano, un thriller con un misterioso crimen del pasado y donde el escenario es prácticamente un personaje más y no secundario. Ambientado en los Alpes italianos, en esa región que podría ser más alemana que italiana, un guionista de documentales americano casado con una italiana de la zona sufre un shock traumático que le deja en un estado psicológico tocado, en esas condiciones de reposo sabático se tropieza con un misterio crimen del pasado de la región que llega a obsesionarle y pone en juego su relación, su familia, y su cordura. Entretenido libro, algo esperable en los giros habituales de este tipo de historias, podría ser incluso mejor si no fuese porque el personaje principal no ha llegado a caernos bien en ningún momento, y si no empatizas es más difícil entrar en la historia. Traducido ya a muchos idiomas, entre ellos el castellano, no creo tarden en hacer alguna adaptación fílmica.