Three Sheets to the Wind de
Pete Brown por fortuna estaba esperando justo ahí, y estaba llamando a gritos para ser leído, y ha sido devorado en un plis plas, enganchado sin remedio. Al regreso de las vacaciones, pues tenía ganas de leer algo sobre cerveza, más que nada por que tras estar por Bélgica uno tiene la sensación que aún le falta mucho por aprender, y si encima es divertido, mejor que mejor. Pero no es sencillo encontrar libros sobre el tema, que no sean las típicas guías o los ensayos para hacerse su propia cerveza. Además es complicado por que cada país tiene sus costumbres y es su propio mundo. Así que en una búsqueda virtual por las librerías encontramos este librito, que parecía adecuado para leer sobre cerveza de una forma entretenida y divertirse con el tema un rato.
Y no ha defraudado, desde la primera página me ha tenido enganchado. Es básicamente un libro de viajes del autor, un inglés típico, aficionado a la cerveza, pero más por sus aspectos culturales y sociales que a la fabricación o la cata de la cerveza rara o perfecta. Después de haber estudiado la historia de la cerveza en su país, se plantea por qué los ingleses tienen tan mala fama a la hora de beber, esa imagen de emborracharse hasta caer redondos, ya sea por el alcohol o por las peleas. Así que decide visitar otros países donde se bebe mucha cerveza pero no tienen esta fama. Y así empieza a visitar ciudades, sus bares, algunas breweries, y a contar curiosidades, anécdotas sobre la historia y el uso de las cervezas en los distintos lugares. Y uno empieza a tener una jodida envidia de que haya gente que se pueda dedicar a esto, aunque el cuenta como de caro le ha salido preparar el libro. Y lees y tienes ganas de visitar más sitios, y lees y te entra sed...
Y el tío se ha paseado por medio mundo. Empieza asistiendo a un congreso sobre cerveza y arqueología en Barcelona, luego pasa por Madrid, y ahí ya puedes comprobar que el autor, sí es el típico inglés de viaje, además el reconoce que es novato en lo de viajar. Pero los datos que dan son bastante correctos y cercanos a la realidad, así que eso da confianza en lo que vendrá después. Primero Praga, y entonces ves que sí, has visto cosas que el describe, pero otras da envidia, como la visita a Pilsner Urquell en Plzen y Budweisser en Ceské Budejovice. Luego Dublin y Galway, donde busca el
craic y la razón por que hay pubs irlandeses en todos lados. Después a Bélgica, Bruselas, Leuven, Amberes, Brujas, y de nuevo compruebas que has estado en los sitios que menciona, y es divertido comparar las experiencias y identificar las cervezas. Pasa por los Estados Unidos, Milwaukee, New York y Portland, y echa pestes de la gran compañía de Budweisser (todo el libro y parece con razón), y disfruta de la búsqueda de nuevas cervezas artesanas, lo peor del imperialismo capitalista y lo mejor de la inquietud por la busqueda de nuevas cosas el espiritú de la frontera, los USA en resumen. Sigue por Australia, Sydney y Melbourne, donde beben la cerveza fría fría de verdad. Luego a Tokyo, y Shangai. De regreso se pasa por el Oktoberfest en Munich y para acabar se va a Copenague, a visitar el espectacular museo Carlsberg, un breve paso por Suecia y vuelta a Inglaterra a reflexionar sobre lo visto.
Conclusión, la cerveza es una bebida social, no para emborracharse, en todos los sitios la cerveza se disfruta con los amigos charlando y riendo, básicamente. Cada país con su propia idiosincrasia, pero el mismo fin. Y como el tío tiene gracia y ves que disfruta con la cerveza, pues empatizas. Las anécdotas son divertidas. Y te entra envidia, hay muchos sitios por visitar todavía, si antes ya erán atractivos, ahora aún tienen más cosas a considerar. Y encima te entra mucha sed. Pero te diviertes como un enano.