Lewis Trondheim es simplemente un genio del cómic. En su serie de las pequeñeces hace pequeñas páginas con sus experiencias personales, y son deliciosas no solo en el dibujo y el color. El en tomo de
la felicidad inquieta mostraba escenas de su paso por Barcelona, y entre ellas su fascinación por los camiones de reparto, entre ellos el cervecero de Moritz, y con eso nos basta para la cuestión cervecera, Trondheim siempre vale la pena.
Aquesta secció del blog em comença a frustar... /a mi i a la meva "pila" de pendents...)
ResponderEliminarReferència a apuntar
ResponderEliminarOstras que chulo por Dios...apuntado..
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