30 julio 2012

Madrid (II)


La segunda jornada la dedicamos a visitar el Reina Sofía tras desayunarnos unas porras. Pedazo de museo el reina Sofía, lleno de arte contemporáneo español. Grandes obras y muchas salas.


Uno de los cuadros de Dalí que más me gusta, y allí esta colgado, junto con otros muchos de Picasso, Miró, Gris, y yo que se cuantos más, horas para pasease por todas las salas, y la sensación que mucho, pero mucho del arte contemporáneo pasa por artistas de alguna o otra forma relacionados con Catalunya, pero están colgados de las paredes de un Museo de Madrid. Que ya está bien, no me parece mal, pero es una curiosidad. Pero uno se pregunta por el museo de arte Contemporáneo que complemente al MNAC en Barcelona.


Los móviles de Calder siempre molan, estén donde estén. Y pasarse un buen rato en la sala de Picasso, la guerra Civil y todo el tema, hay que codearse con los japos para estar un ratillo mirando el Guernica, del que ellos ponen aparatos para escanear pero a ti no te dejan hacer fotos, que grande el cuadro, el museo casi es solo el Guernica, que pasada, verlo en directo, con esos tonos de grises que las reproducciones no hacen justicia, con ese tamaño espectacular, vale la pena pararse y volver a pasar pura genialidad. Y el tamaño, ese tamaño que no defrauda como hacen otras obras maestras como la Gioconda. Y luego más paseos por más salas, hasta que llega la saturación absoluta.


Y luego para recuperar fuerzas un bocata de calamares y su caña, no sabemos si estábamos comiendo un mito o una realidad de la ciudad, pero no estaba malo, en un bar lleno de camareros de otra época,  con esa aptitud chulesca, sobrada, silbando a las turistas, abusando del camarero joven, haciendo malas caras, todo tan madrileño, de película de Berlanga, somos lo que somos. Y luego se te acerca a la barra el borracho de mediodía de domingo, otra especie de la ciudad, en busca de conversación, que obviamente gira en torno a la crisis, y que cuando mencionas Barcelona y pierden el discurso  claro siempre conocen a alguien y no son tan malos... En general la gente de Madrid es amable, ningún problema, pero es curiosa la reacción cuando mencionas que vienes de Barcelona, siguen siendo amables, pero hay un cambio en la cara, y un, literalmente, 'ah bueno, pero nos entendemos'.


Y después para acabar a pasear tranquilamente por el Retiro, ver el lago, ver ardillas más que acostumbradas a los humanos.


La casa de cristal, con alguna que otra obra de arte moderno.


O el paseo de le ángel caído. Y tumbarse un rato a la sombra, más que buscada en verano.


Y luego para Atocha de nuevo, a pillar el AVE de regreso, y ver el jardín, y beber, que el calor de Madrid es seco seco, y con ganas de regresar al lado del Mediterráneo. Y poco más dio de si el fin de semana, pero no estuvo nada mal. Siendo sinceros, cuantas cosas deberíamos aprender, y tomar nota de como hacerlas.

3 comentarios:

  1. Dos cops he pogut veure el Guernica en directe i els dos cops se m'ha posat la pell de gallina (si, jo sóc del sector pro en això)


    quina escapada més "txula"...

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  2. A mi em passa just al contrari que a l'Anna, també l'he vist dos cops el Guernica i no hi ha manera...

    I si, una escapada xula

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  3. en un bar lleno de camareros de otra época, con esa aptitud chulesca, sobrada, silbando a las turistas, abusando del camarero joven, haciendo malas caras, todo tan madrileño, de película de Berlanga

    Déjame que lo adivine: el Brillante de Atocha, ¿no? ;) Nosotros consumimos en el Brillante de Manuel Becerra, que está fuera de la zona turística y es más natural. Pero para bocatas de calamares, los de Casa Rúa, en una bocacalle de la plaza Mayor.

    El Guernica molaba más cuando estaba en el Casón del Buen Retiro. Aunque la sala era estrechita y no había el ángulo de visión que tiene en el Reina Sofía, tenías que pasar por una galería llena de bocetos, de modo que ya ibas haciendo boca. Es como visitar el Museo Miró: si vas a pelo, a lo mejor no te dice nada, pero si vas con visita guiada o con auriculares, lo entiendes TODO.

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