El camino a Épsilon de Lolita Couturier (Yermo editorial). Tom despierta expulsada de su ciudad, embarazada y con solo un escueto mapa donde está marcada una ciudad que parece ser un destino para sobrevivir. Y sin más información empieza está historia de viaje en mundo postapocalíptico, del que Lolita Couturier (París, Francia, 2000) no va a dar muchas explicaciones, el entorno es como es y lo vamos a experimentar con los mismos conocimientos que su protagonista, que se enfrenta a un largo y peligroso viaje en el que se cruzará con otros supervivientes y deberá escoger las mejores opciones para ella y su futuro descendiente.
El primer trabajo largo de Couturier esta historieta recopilada por Yermo, en una aventura postapocalíptica canónica, con la que Couturier se aprovecha de los tropos del género para contarnos una historia sobre buscar el destino y sobre la verdadera entidad de las personas como seres sociales, y lo que ello significa, para lo que el escenario postapocalíptico siempre ha sido un marco de referencia. Usando una distribución de viñetas por página que se aleja de la tradicional BD para acercarse a la de la novela gráfica, con textos muy limitados, y colores que transmiten cierto calor, un ambiente en ruinas pero muy mediterráneo, con personajes que plantean dilemas humanos y que a la vez transpiran humanidad, recuerda en tono y dibujo a artistas italianos como Gipi y su ‘La tierra de los hijos’ o a Manuele Fior en ‘Celestia’. El camino a Épsilon es otro ejemplo donde el género se usa como escenario, como un entorno ya conocido por el lector, en el que se pueden desarrollar otros planteamientos aprovechándose de esos lugares comunes, y Couturier lo hace con una historia llena de planteamientos humanistas, quizás una necesidad de nuestro tiempo.

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