Pues este año ha pasado, tras la primera experiencia estaba claro que tarde o temprano acabaríamos por repetir. Así que este al fin año regresamos al festival de BD de Angoulême, el festival de tebeos más importante de Europa (o eso dicen). Con las limitaciones de poder decidirse casi a última hora aún pillamos plazas en el bus de la Joso, toda una institución en esto de llevar gente a Angoulême. Y después de unas 10 horas de bus nocturno, y de dormir como se pudo llegamos a primera hora de la mañana del jueves, y al tajo, un cruasán, la pulsera del festival y en marcha.
Primera parada la expo e Hugo Pratt, Reencontres et passages, en el espacio Franquin. Ordenada en función de las diversas influencias de esta bestia del cómic, impresiona ver originales de diversas épocas y formatos, y como al final tenía tanta soltura como pachorra para generar dibujazos. Preciosas las acuarelas, y ver iconos del cómic internacional en formato original, pero también ver las revistas originales y como aparecían sus historietas en ellas, que al fin y al cabo era para lo que estaban pensados esos originales.
Luego ya tiramos para la zona del museo, donde estaban las exposiciones grandes, y donde es mejor pasar el primer día, que hay menos público aunque sea el día de las escuelas. La primera parada en el Vaisseau Moebius, donde vimos las pequeña expo de Shapereader de Ilan Manouach, unos tableros con texturas para expresar emociones, como curioso enlace entre el braille y la narrativa gráfica para expresar conceptos. Al lado estaba el taller de risografía de la mano de Breakdown Press, donde había ejemplos de esta técnica y iban haciendo un fanzine para ser publicado durante el festival. Para lo que es el espacio poca cosa sobretodo comparando con la anterior visita.
Justo al lado esta el museo del papel donde suelen hacer una exposición sobre comics para público infantil o juvenil. Este año se centraba en Les Mutants de Pauline Aubry, que trata de los comportamientos de la adolescencia, en un tebeo muy francés.
Para entonces ya habíamos captado lo que iba a ser el mayor cambio que notamos en el festival, las excesivas y paranoicas medidas de seguridad. Tras lo acontecido en París en los últimos meses uno no sabe si necesario del todo o no, pero que choca y parece más una victoria de los malos que otra cosa, casi seguro. Para entrar a cualquier recinto, controles de seguridad, revisando mochilas (y claro nadie lleva en un festival donde se pueden rellenar de tebeos...) y detector de metales, antes de enseñar el pase de la pulsera. Y teniendo en cuenta que tienes que ir de un sitio a otro y entrando y saliendo continuamente en un festival distribuido por toda la ciudad, el ir abriendo y cerrando la mochila continuamente es un auténtico coñazo, a parte que las únicas colas que se formaban en el festival estaban motivadas por los controles. Parece que la gente lo aceptó sin problemas, todavía un poco en estado de shock. Pero desde fuera los carteles de que hacer en caso de ataque terrorista como poco sorprenden. Y el anuncio continuo de no perder mochilas en los pasillos a riesgo de que sean inmediatamente destruidas.
Un espacio nuevo el Nil / ENJMIN donde se encontraba el espacio de los nuevos talentos, y siempre es interesante ver lo que hacen, porque hay auténticas viguerías, como un comic bordado, y otras aproximaciones de esas que te dan ganas de quedarte con todos los nombres porque hay talento de sobra. Allí mismo se nos hizo la hora de comer y en la cantina tomamos la primera comida francesa.
Siguiente parada, cruzar el río hacia el museo de la BD a ver la expo central dedicada al 70 aniversario de Lucky Luke. Una expo bonita, con cantidad de originales de Morris, que era un talento, y como se puede ver su evolución desde un origen más cercano a la animación a como fue adquiriendo las influencias de la BD para finalmente ser un referente de la escuela franco-belga. Preciosos los originales, y el montaje por distintos temas que se encuentran en sus páginas, y como mostrar un ejemplo de una página que podría ser un resumen de planos cinematográficos. Luego a parte de la exhibición de siempre en el museo, que es más que destacable. Otra expo sobre los nuevos autores que siguen con el legado de Lucky Luke, desde el autor clon de Morris hasta los que toman caminos más personales para reinterpretar al personaje.
La otra expo grande en el espacio del museo era la dedicada al universo Lastman. Lo que son las cosas, todo lo contrario de la anterior. Aquí originales ni uno, difícil si tenemos en cuenta que la creación es básicamente digital. Pero es que la aproximación era más la de vender exhibir el universo multimedia de éxito comercial que se ha generado alrededor de este tebeo con un mundo propio de personajes, mapas, con videojuegos y próximamente serie de animación. Con multiples ediciones de coleccionista, y ya publicado en varios idiomas. Por cierto, 4 tomos ya por aquí, que valen la pena leer, pero ya 8 tomos en Francia. Un fenómeno híbrido entre el manga y la BD de nueva generación, lleno de aventuras y luchas.
Salimos del museo y la lluvia seguía por allí, aunque suave al menos el primer día. Tocaba retornar a las calles de Angulême a buscar más exposiciones.
La siguiente fue la dedicada al ganador del gran premio de este año, Katsuhiro Otomo. Muchos dibujantes hicieron una interpretación del trabajo de Otomo como homenaje, y había dibujos espectaculares. Y solo dos dibujos originales del creador de Akira. Y eso es lo que más se echo en falta en el festival de este año, una gran retrospectiva de Otomo, con muestras de su trabajo. No hubo esa exposición, y fue la gran lástima.
Y de ahí a una de las más interesantes de Angoulême cada año, la exposición de las obras en curso de los residentes de la Maison des Auteurs. Siempre hay maravillas, por suerte de algunas veremos los resultados, de otras no llegarán a nuestro mercado lamentablemente. Pero que calidad de trabajos. Además fuimos para coincidir con la inauguración, con lo que hubo canapés, cognac de la región y la posibilidad de charlar con algunos de los autores, como Rayco Pulido.
Y cuando empezaba a no caberse de gente, aún nos dio tiempo de dar la primera vuelta por el
FOFF, el festival alternativo de Angoulême, una especia de feria alternativa, entre el GRAF y el Gutterfest (quizás más como este último en los encontrar hasta cintas de cassette). A veces uno tiene la sensación que hasta lo alternativo visto en conjunto tiene algo de fosforescencia uniforme. Aún así tenían dos pequeñas exposiciones de ilustradores, Loïc Doussin et Sylvain Havec y el sorprendente Jiro Ishikawa. Y tras esto a dormir al hotel que ya era hora.
Otro día y de nuevo a las calles de Angoulême, que durante esos días respiran tebeos por todas las esquinas.
Segundo día, calma, cruasán y nos encaminamos a la carpa de Asia, con dos exposiciones interesantes, la del impresionante hongkonés Li Chi Tak y la dedicada la revista japonesa Hibana. También estaba el stand oficial de Taiwan con una muestra de tebeos de la isla, y había cosas la mar de interesantes.
Pero lo importante era lo importante. Subirse a la replica real de la moto de Kaneda en Akira, con la chupa roja y todo (good for health bad for education). Unos minutos justo para poder subirse y hacer la foto, una tontería, pero cuando estás encima eres el niño más feliz del mundo. Mola.
Luego tiempo para dedicarle a la otra grande del festival, la retrospectiva dedicada a Jean-Christophe Menu, uno de los fundadores de la Association, siempre crítico y activista del medio y con un humor peculiar. Mucha obra a sus espaldas y muchas polémicas. La exposición estaba muy bien y uno se pregunta como es que de él han llegado tan pocas cosas traducidas en comparación con otros autores de la Association. Por cierto sopesa acabar de visitar la expo y verle allí firmando catálogos.
Otra de las instalaciones del festival, Phillaina de Marietta Rein, un mural de 110 metros, con una historia secuencias en scroll, que parece acompañaba a una aplicación de tebeo y a una banda sonora que había que escuchar in situ.
En el museo de la ciudad la expo este año era la dedicada a
Interduck/Duckomenta, un curioso proyecto artístico que recorre la historia del arte incluyendo a los patos inspirados en Disney, como forma de reflexión pop. Lo que es realmente divertido en muchos casos. Además se habían cerrado el tema y ciertas obras estaban integradas en la exposición habitual del museo con lo que encontrarlos y ver la yuxtaposición era más divertido. Hubo alguna crítica por la inclusión de esta expo, un poco a parte del mundo del cómic pero la verdad es que con lo divertida a la par que en cierto sentido didáctica, nos gustó la propuesta.
Y con esto el grueso de las expos estaban vistas, quedaban algunas cositas por ver, pero sobretodo pasearse por las carpas donde tienen los stands las editoriales.
Básicamente este año eran cuatro, diría con menos participantes que en la anterior visita, de hecho la carpa de Asia estaba compartida con editoriales infantiles, y no había la carpa de comic americano separada. La carpa de para bd, para coleccionistas y tal la vimos menos espectacular en contenidos de merchandising, peor uno no sabe si por la falta de la sorpresa o por un cambio del tema. La de las editoriales que se comen el mercado francés si que era similar y en esa siempre hay unas colas larguísimas para los autores más comerciales, que aquí desde luego no son los que dibujan superhéroes en los USA.
Pero para nosotros la más interesante y en la que pasamos más rato la del Nuevo mundo, es decir editores independientes o más pequeños y editores de otros países. Aquí también están los autores más indies, y aunque se llena de gente, sobretodo el sábado, la verdad es que el poder acercarse a muchos de los autores es más que sencillo. Poder charlar tranquilamente con Stephen Collins o Tom Gauld, seguramente imposible en UK donde son más conocidos, pero totalmente factible y un placer poder hacerlo en Angoulême. Otra cosa del festival, parece que en cada stand de una editorial tiene que haber siempre y a cualquier hora algún autor firmando, continuamente, algunos con tandas realmente largas.
EN fin, que poco quedaba ya de disfrutar de las vistas al amanecer al salir del hotel.
Últimas exposiciones como la dedicada a la libertad de expresión con los dibujos de escolares tras los atentados de Charlie Hebdo. O la dedicada a los cómics sobre movimientos ciudadanos en la Maison des puebles et de la paix. Cantidad de cosas para ver como siempre. Y menos mal que la falta de dominio del francés permite no sucumbir del todo a la tentación de pillar tantas cosas interesantes.
Muchas cosas, muchos paseos para acabar rendidos cada día. Menos mal de las paradas técnicas, y no es barato pero nos avituallamos muy dignamente, con platos del día típicos de la cocina local y cenando muy ricamente comida marroquí, o noodles asiáticos, y un tempura de leche frita deliciosa. Importante también que todos los paseos se hagan en buena compañía.
Y nada, solo quedaban otras 10 horas de bus de regreso, que dan para leerse las cosas encontradas, sufrir la selección de películas y fundirse la batería del móvil.
Y la polémica de los premios? Bueno pues paseando por allí tampoco es que te enteres de esas cosas. Primera cagada el no tener la sensibilidad necesaria para los tiempos que corren, la chapuza al arreglarlo, todo eso ya era esa de la previa. Y la cagada a la hora de la entrega con los falsos premios, de esas cosas te enteras después. Que mal pero los paseantes estamos a otras cosas.