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El logo del festival en los vasos. |
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El patio del convento de Sant Agustí a petar a todas horas. |
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Los tiradores bien alineados. |
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Los carteles del festival, funcionó la promoción, quizás demasiado. |
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Kjetil Kijiun de Nøgne Ø hablando de su experiencia cervecera. |
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Una Dogma de BrewDog bien espumeante. |
Pues ya pasó, el Barcelona Beer Festival, primer festival de cerveza artesana de la ciudad (si consideramos que el Vine a Fer Cervesa no es un festival). Y nos pasamos un rato viernes y sábado por la tarde. Y la conclusión es que ha sido una historia de muerte por éxito. Les ha sobrepasado el éxito por todos lados. Demasiada gente para considerarlo un éxito, al menos del punto de vista del visitante, los organizadores quizás estén más que contentos con el exceso de visitantes, las largas colas, la gente que se ha quedado sin entrar. Era difícil de prever la afluencia de público en la primera edición de un evento, además basado en la cultura cervecera que todavía es joven por estos lares, pero el exceso de éxito hizo la experiencia poco cómoda. Y puede que ese haya sido el único problema, le exceso de público.
Por otro lado la organización parecía excelente, bien organizada, los vasos bonitos, el diseño gráfico bien cuidado, la idea de las monedas propias estaba bien, aunque siempre complica el cálculo del gasto real al cliente, no me convencen, pero estaba bien hecho, los tiradores bien, la presencia de cervezas interesantes cumplida de sobra, pero... tanta gente estropeo el tema, no se podía estar allí dentro tranquilo, disfrutar de la cerveza con la calma. Tampoco podías elegir la cerveza que querías, era más bien intentar codear hasta llegar a la barra y pillar algo interesante de donde se había llegado. El hecho que fuesen los barriles en un orden de rotación conocido solo por la organización no ayudaba al tema, aunque unos paneles se suponía informaban de lo que estaba pinchado en cada momento, el sistema se vio sobrepasado de nuevo.
Acostumbrado a los otros festivales he de decir que se echo en falta el ambiente que en ellos se respira, totalmente diferente del de este fin de semana. Lo normal es que cada productor tenga su parada, con lo que te puedes acercar, charlar con él, comentar sus productos, puedes escoger a quién acercarte y a quién no, dependiendo del interés o de lo bien que sepan venderse, y ese contacto se echo en falta, cuando muchas veces los que estaban en los tiradores no podían dar muchos detalles de lo que servían, y muchas veces es divertido dejarse aconsejar para probar nuevas cosas, pero imposible esta vez. Y el público muy diferente del habitual, la calma y buen rollo que he visto siempre en los otros encuentros, aquí quedaba demasiado diluida entre los guiris y los modernos, que vieron las palabras beer y Barcelona y llenaron el lugar... Pero claro para promocionar la cerveza a nuevos públicos, pues un éxito, o no, ya veremos, pero colas de más de dos horas no ayudan.
Por otro lado, pues mientrás estuvimos por allí, probamos unas cuantas cervezas, que no estaban nada mal, la selección era más que interesante. Pudimos estar en algunas charlas, y comprobar que la cultura cervecera para escuchar charlas todavía es limitado, con la gente de Naparbier estuvimos prácticamente en familia, con Kjetil Kijiun hubo algo más de gente. Y cada vez hay más gente que entiende de cervezas, se va haciendo cultura, y eso es bueno. También charlamos con alguno d elos productores, esas pequeñas conversaciones que siempre son agradables, hablar de cerveza tiene algo zen, seguro.
Pero las colas, el exceso de gente, quitan las ganas. Esperemos, y seguro que sí, para la próxima edición toman nota y buscan un lugar más preparado para recibir a tanto público, y una forma de evitar colas y aglomeraciones, porque la cerveza necesita de un mínimo de tranquilidad para poder ser disfrutada.