La entrada al Graf
Las paraditas del Graf
La pizarra del Graf. Imágenes ya clásicas.
Olivier Schrauwen y un editor feliz, por el ron o por la cola inmensa que tuvo continuamente.
Anne Simon tampoco dejó de firmar todo el día.
El botín.
Un año más nueva edición del Graf en Barcelona, ya van siete, y está más que consolidado. Se ha convertido en un espacio catártico para el mundo de los tebeos. Programación siempre atractiva, amor al medio impreso, equilibrio entre la novedad y el patrimonio. Bueno lo de siempre, con pequeñas mejoras. Por ejemplo una ampliación del espacio infantil, con talleres, que fueron un éxito para los asistentes, los niños que por allí estuvieron sé de primera mano que se lo pasaron muy bien. De otras actividades no tengo más referencias, porque en el Graf se hace vida de pasillo, pasar por todas las paradas y acabar comprando las viñetas que más te han llamado después de la dura selección se hace difícil, no solo por lo limitado de los presupuestos, sino también porque durante ese paseo uno se va a parar incontables veces a charlar con colegas y conocidos, y más de una vez el paseo va a derivar a la cervecita en el bar. Así que necesitas toda la tarde para darte un voltio por el espacio. Pero pasa volando entre conversación y conversación, saludos y saludo. Y aún así la sensación que no has vistos a todo el mundo, ni has podido comentarlo todo. Así se disfruta el Graf, lleva años siendo así, y que continué muchos más. Parece que el Salón de Barcelona (ya no salón) ha tomado nota.
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