11 abril 2019

Cómic Barcelona 2019


Pues como cada primavera, otra edición del salón del cómic que ha pasado, la 37º ya. Pero ahora ya no es salón, ahora es Cómic Barcelona. Un cambio de nombre necesario para los tiempos que corren, los eventos y las ferias hace tiempo que dejaron de ser salones. Y un cambio que anuncia que las cosas han cambiado. Si el año pasado ya se veían las nuevas tendencias y guías de la nueva dirección, este año se han confirmado, desde el cambio de nombre y el fantástico cártel de Ana Galvañ, una apuesta por nuevos aires.

Unos cambios que se centran más en cómo se cocina el evento que en cambiar unos ingredientes que ya de por sí tenían calidad. Se trataba de algo tan sencillo pero a la vez complicado cómo encontrar la mejor forma de presentarlos. Y ahí está un salón donde el cómic vuelve a ser el protagonista total, que cuida a los autores, y que vuelve a cuidar a los editores.

Pero vamos por partes y como de costumbre con el punto de vista del visitante de a pie, del que llega al salón Cómic Barcelona con la familia a disfrutar de un día de tebeos. Lo primero que se encuentra es un espacio amplio, pero amplio de narices, la sensación de agobio es cosa del pasado (hace mucho), aquí los pasillos son anchos y hay zonas de sobra para todas las actividades. Tanto espacio que se hace difícil estimar si realmente pasaron por allí más de cien mil personas. La distribución de los espacios sigue ese aire de racionalización que ya vimos el año pasado, los stands de la zona comercial se hallan distribuidos por temáticas, una zona comercial, lleno de merchandising, principalmente para otakus, luego la zona de librerías, con mucho material clásico, y cada vez más venta de originales. La zona de las grandes editoriales y librerías generalistas, la zona de las editoriales tradicionales y finalmente la de las nuevas, más pequeñas y alternativas junto la zona de fanzines y autores. Y además estas últimas colocadas en una zona de bastante paso, entre las exposiciones y la zona de actividades infantiles. En otro pabellón había mesas para picnic y un escenario donde se hicieron varios conciertos; Aviador Dro el viernes y los Pinker Tones el fin de semana, buscando un público más familiar, aunque al menos el domingo no acudió mucho. Y es que la oferta es inmensa y la gente se diluye en las múltiples propuestas y solo paseando entre stands ya se te van las horas.



Y si no te vas a otro pabellón donde están las exposiciones y las charlas. Las exposiciones centradas este año en un homenaje a Stan Lee, con páginas de sus creaciones por dibujantes clásicos como Jack Kirby. Una exposición con la relación de los autores del underground y la música, con muestras de sus diseños para discos. Y las exposiciones de los ganadores del año anterior, Laura Pérez Vernetti, Ángel de la Calle y Ana Penyas, siempre jugosas en cuanto a mostrar el proceso creativo de los autores, que siempre dejan a uno con ganas de más. Hay que sumarle a estas las habituales contribuciones de la Escola Joso, los concursos escolares y del Carnet Jove. Uno no echa en falta ni coches ni aviones, pero quizás con el espacio que hay exposiciones más extensas. Seguro que cuando todo esté reajustado de nuevo podremos ver exposiciones tan espectaculares como las que algunos recordamos de la época de la estación de Francia. Quizás estas exposiciones tan temporales deberían tener más vida en el circuito expositivo nacional, con recorrido por bibliotecas o centros culturales.
En el mismo pabellón de las exposiciones tenían lugar las charlas, un amplio y cuidado programa que ofrecía variedad, y que ha tenido llenazos como las charlas de Daniel Clowes o el show en directo de Campamento Krytpon, y otras charlas en las que casi eran más ponentes que gente en la sala. Pero se nota el cariño con la que se plantea el evento. Y como se busca la fórmula para atraer al público a una parte del salón que poco a poco seguro va a ganar más protagonismo, pues en ella está la salsa, sobretodo en las charlas de autores que son las estrellas del asunto.


Otro espacio interesante para captar a un público familiar más generalista es la zona Comic Kids, donde se plantean talleres y actividades para los más pequeños, una zona que se ha ido ajustando desde el año pasado, y que ha tenido sus actividades siempre ocupadas, con talleres con dibujantes de cómic infantil que hacen la delicia de los peques, que si ya disfrutan de forma natural con el dibujo, hacerlo con los creadores de sus lecturas le añade un plus. Un espacio y un público que hay que cuidar y potenciar. Algo que parece claro para los nuevos aires de Ficómic. Como lo confirma el hecho de añadir un premio para la mejor obra infantil/juvenil.

Y vamos con los premios de este salón, que pocas críticas han levantado, y es que poca discusión podía haber ante la calidad de los premiados y de todos los candidatos. Los premiados han sido:

  • Gran premio del 37 Cómic Barcelona: Antonio Altarriba 
  • Mejor obra de autor español: ¡Universo! de Albert Monteys (Astiberri) 
  • Mejor obra extranjera: Lo que más me gusta son los monstruos de Emil Ferris (Reservoir Books)
  • Autora Revelación: María Medem 
  • Mejor obra infantil/juvenil: El árbol que crecía en la pared de Lourdes Navarro (Sallybooks) 
  • Mejor fanzine: Saxífono

En definitiva, una edición en que autores y editores han quedado satisfechos, donde el público ha podido disfrutar de nuevo con los tebeos favoritos y la proximidad de sus creadores. Y en la que queda claro como los tebeos vuelven a ser el centro de todo. Sin que ello tenga que ir en contra de la presencia de Nintendo o las distribuidoras de cine, con las que se pueden establecer buenas sinergias, y que permiten aportar un soporte más que necesario. Cómic Barcelona se ha reencontrado con los tebeos y va recuperando a todos sus actores, independientemente del tamaño que tengan, un evento que ha sabido redirigirse y que ahora está camino de redimensionarse, a buscar el espacio y tamaño adecuados. Y que no debe olvidarse de atraer a todo tipo de público, y aficionado. Todavía faltan editores que tienen espacio, como las editoriales de manga, que aquí también pueden encontrar lectores. Y atraer un público no especializado al que el Cómic Barcelona pueda servir de puerta entrada al mundo del cómic. Para ello el coste de la entrada puede ser un handicap, ese gasto, más todo el que inevitablemente se haga en el interior, puede ser un obstáculo para una familia con dos niños, por ejemplo, algo que limita el número de visitantes.

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