El hombre que hablaba serpiente de Andrus Kivirähk. Una curiosa novela fantástica, de fantasía rollo romántico del siglo XIX, o más bien una parodia de aquella fantasía que creaba los mitos y leyendas para sustentar las naciones y los conflictos que vendrían después. Pero con mucho sarcasmo y ironía, y tomando las leyendas estonias, para retorcerlas y criticar un nacionalismo joven y anticuado a la vez, que surge tras la caída del comunismo y la búsqueda de una identidad en un pasado rural que tampoco fue. Así que que con eso presente la historia de una tribu de habitantes del bosque, capaces de comunicarse con las serpientes, de vivir sin cultivar, y de estar protegidos por fantásticos seres, lo que Kivirähk nos cuenta con muchas aventuras sorprendentes, con osos que enamoran mujeres, con piojos gigantes que se bañan en lagos mágicos, druidas tan locos como los predicadores del nuevo cristianismo que significan el nuevo mundo, es precisamente criticar todas esas falsas creencias. De fácil lectura, pero con ese sabor de tristeza en su humor tan del norte, un éxito en Estonia, donde hay hasta juego de mesa del libro, y canciones heavies en su honor. Muy curioso.
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